Este reclamo nace, por el conjunto de demandas pospuestas que se acumulan para con el Estado, y dado que los venezolanos necesitamos regresar a la modernidad, se debe aupar una ciudadanía que sea critica y activa que genere de su interior al grupo de hombres y mujeres con ética de compromiso acordes al momento país, que se levanten como una clase legitima, para afrontar los problemas que padece la cosa pública, dicha estirpe dirigente debe estar formada para poder accionar ante la dificultad actual, esto para que con su fuerza pueda transformar de los sueños de todos, una realidad física que sea la expresión del cambio que todos anhelamos.
Ese liderazgo emergente está contenido en la clase política, que viene a ser la expresión más grande de madures social, cuando de lo más hondo y diverso del cuerpo social resurgen figuras dadas para el ejercicio del poder que no tiene nada que ver con el recurso monetario ni con la fuerza, porque la capacidad de cambio reside en lo humano en su creatividad, que es la que transforma la realidad y hace posible la evolución en lo social, esto depende de que la renovación en la clase política se materialice, porque al asumir su rol quienes están preparados para dirigir, la ciudadanía responderá empoderada dando su acompañamiento y su tiempo en pro del porvenir.
El momento de la construcción en lo público es ahora, las condiciones demandan de la articulación entre el agente como parte de la clase política y del principal que sea el ciudadano, ambos articulados como una dupla en lo político para crear las nuevas bases que el país requiere, dado que este no se remite sólo al tema geográfico, sino que abarca lo que como sociedad somos capaces de generar, ese cambio con sus nuevas pautas validadas, para lo público, el cual lo visualizamos como un espacio común para todos los individuos que se saben ciudadanos, siendo todos participes de la transformación de su entorno, así como el hombre con su trabajo creó la historia de igual forma los ciudadanos crean república, reinventando sus instituciones para adecuarlas a los nuevos tiempos, las mismas deben ser expresiones netas de la cultura que los define, para con ello forjar un futuro mejor para las nuevas generaciones.
Estos pasos, al cumplirse medianamente evitarían el escenario de caos generalizado y de explosión social, la cual no se reflejaría ya como un aluvión de individuos saqueando productos de distinta índole, sino como la expresión máxima del Estado fallido, donde la violencia que reina en las cárceles sea la pauta de conducta en el reducto de población que quede en pie, y donde ninguna institución pueda siquiera existir, esto lo podemos evitar en el mediano plazo al posicionar cada ente bajo su rol, porque necesitamos una clase política de altura y una ciudadanía activa para que juntas sean funcionales y articulen acciones con las que el sistema político pueda funcionar, lo cual lograría frenar en seco la barbarie, ello con la energía que puede irradiar un liderazgo renovado que sea el reflejo de una ciudadanía más viva.
Finalmente, esto permitiría consolidar un nuevo pacto social, que venga acompañado de una renovada sociedad política, involucrada en lo público para que se despolitice otros aspectos de la vida común que las generaciones futuras merecen conocer sin sesgos, así como quienes crecieron antes de la década del noventa pudieron apreciar, esto es más que una idea lanzada a la opinión pública, porque nadie debe dudar de que este problema comenzó por la crisis de liderazgos y se acentuó por la carencia de ciudadanía, por ello es tiempo de corregir el entuerto y generar del encuentro cívico una Venezuela para el siglo XXI.
Por: Eduin Adjunta, politólogo.-
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