Los vestidos de gala, tipo cóctel, o un esmoquin, representan un gasto exorbitante que no cabe en el presupuesto de los venezolanos. Cada vez se hace más común el “pedir prestada” alguna prenda, ya que hasta alquilarla resulta algo totalmente inaccesible para muchos. Así lo informó El Nacional.
Las bodas, los bautizos y otras fiestas que se celebran en ocasiones especiales son momentos que hacen gran tanto ilusión a familiares como a amigos. Pero, también se convierten en motivo de preocupación porque suelen obligar a un desembolso casi siempre relacionado con el vestuario.
En los sitios de mayor exclusividad de la ciudad de Caracas, los vestidos largos pueden costar entre 300 y 400 dólares, sin que tengan la firma de diseñador alguno. Los cortos oscilan entre 100 y 250 dólares, hechos por diseñadores venezolanos emergentes o importados de tiendas por departamentos.
“A los hombres les resulta más sencillo vestirse, pueden llevar el mismo traje y nadie se da cuenta” , es una frase popular entre las mujeres.
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