¿Es justo reconocer originalidad a unos tipos que revestidos de rebeldía se atrevieron a recalar desde el rock en medio de una sociedad que desde finales de los 70 y principios de la década posterior, aún existían trazos de conservacionismo? Estamos hablando de dos jóvenes que magistralmente y ‑casi sin proponérselo- hicieron covers de las grandes estrellas del rock, mientras se mantenían radicalmente undergrounds, logrando elevar su propuesta con improvisados pero suntuosos shows callejeros, incluyendo aquellos actos políticos, los cuales aprovecharon para imponer su sonido, dominado por los beats garageros, la melodía embelesadora y un gusto por el sampleado de viejas grabaciones.
Williams “Twister” Piña y Douglas “Tucho” González así dieron vida al grupo Bazofia, un dúo antecedido por el grupo Onda Cero, y que fue una especie de báscula del desenfreno clubbers y relajo balsámico, pero fue en esencia esa vertiente que nos ocupa en esta crónica donde se acumularon las novedades de estos “padrinos” del heavy metal caroreño. De acuerdo a lo contado por Tucho, el repertorio se alimentaba del recurso de ensoñación melancólica ante una audiencia que había definido su gusto musical, por aquel entonces arropado por el impetuoso éxito de los hermanos Verde en la agrupación Nilo y sus Estrellas. “El nacimiento de Bazofia derivó cuando sentimos que Onda Cero había cumplido su ciclo, lo que considerábamos un milagro porque fue una época muy difícil para nosotros desde todo punto de vista; tanto social como económicamente”.
Recuerda que no hubo una sola presentación de Bazofia que no fuera gratis. “Si se nos dañaba algún equipo debíamos costearlo, hasta que llegó el momento en que no pudimos soportar aquella carga… pero cumplimos el cometido”.
Siendo más explícito y desde su condensada lucidez, Williams asienta que el debut de Bazofia fue el 16 de enero de 1980, “justo cuando nacía en Venezuela el movimiento del rock nacional, con grupos como Arkangel, Resistencia, Equilibrio Vital, Témpano, Aditus, Fusión y todas aquellas agrupaciones que se promocionaban en el recordado programa de Alfredo Escalante, La música que sacudió al mundo”.
Ambos reconocen haber sacado muchas cosas positivas de aquel proceso, “pero fundamentalmente el objetivo fue volver a la escena tras la desaparición de la banda anterior; fue el planteamiento de pequeños objetivos para mantenernos. Haré esto, me gustaría tocar con tal… es decir, inventar algo para hacer lo que te gusta y eso no nos demandaba la necesidad de cobrar por cantar. Lo que realmente queríamos era cantar, cantar y cantar”, expresa el “Twister”, y agrega que aquel discurso convertido en sonido, “empapó a Bazofia de apetito musical a cambio de nada”.
Tucho señala que el nombre fue puesto en la propia escena. “Nos montamos en un acto político frente a la sede de la Alcaldía, y quien nos iba a presentar nos pregunta por el nombre, a lo que el Twister respondió con un doble de batería: ¡Bazofia!... y bueno, así nos quedamos y así nos dieron a conocer”. Más adelante agrega que al principio no le caló el nombre “porque lo primero que me atormentó fue imaginar qué dirían mis padres, pero no hubo remedio: Bazofia había nacido”, apostilla el guitarrista.
Williams manifiesta que no faltó quien los criticara por el nombre. “¿Cómo van a ponerle ese nombre?, ¿porque no otro más decente?, etc. Y lo explicamos al momento: lo que pasa es que estábamos devolviendo ese nombre a la falsa sociedad moralista que achacaba al rock todos los males. Y citábamos a Miguel Ríos con aquella agresiva oración consagrada por el tiempo: El rock no tiene la culpa”.
El cariño recibido en sus incursiones por otras bandas (especialmente Williams Piña) fue crucial para decantarse por aquel lado del charco a la hora de buscar colaboradores. “Éramos tan atípicos que el vocalista era Williams y tocaba la batería y yo en la guitarra, que los más que podía hacer con la voz, era el coro”, señala González.
También explica que aunque se trató de un grupo de rock pesado, hicieron versiones de canciones románticas con el toque mágico del heavy.
“Trabajamos para que nuestra conexión con nuestros seguidores fuera completa, fue así como nos vimos en la necesidad de agregar otro integrante, en este caso Juancho Pichardo que al poco tiempo se convirtió en tremendo baterista y yo pasé al bajo. Ya éramos tres, no sólo fue más completo, sino más serio”, acota Williams con carcajada incluida.
Pero como todas las cosas en las que Williams está incluido, Bazofia tuvo corta vida, Sin embargo, hubo tiempo para hacer dos conciertos que sencillamente rompieron el hielo a un público que estaba habido de rock. “El primero fue en el Carnaval de 1980, con la idea suprema de que el concierto fuera de lo más vistoso. Invitamos de Barquisimeto al grupo Tasquil gracias a nuestra amistad con Mario Pepe; y al año siguiente lo volvimos a hacer, esa vez con el grupo SS. Ambos en el Cine Salamanca”.
Tucho remata contando que la irreverencia de su compañero siempre fue preocupación para él. “Cuando tocábamos en la calle nunca vi la necesidad de molestar a la policía, y Williams siempre salía con aquello: 'qué porquería, la policía'. Hasta que se cansaron de nosotros y quien nos salvó de ir preso fue Juan Perera que intervino para que nos dejaran seguir con el concierto”.
Ambos coinciden en que la experiencia fue maravillosa y que la gente aún los recuerden con cariño, es genial. “Williams es el sonido del rock en Carora. Si solo pudiera tener un cantante que dijera qué es el canto, tiene que ser Williams 'Twister' Piña, mi amigo y hermano de vida”, dice Tucho sin demora en su arenga.
Williams por su parte, dice que haber cantado con Tucho fue de las cosas más grandes que ha hecho. “Todo salió bien y como lo planteamos. Podemos decir con orgullo que hicimos historia, y la historia la escriben los que somos capaces de vencer”.
Por: Franklin Piña.-
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