Al sostener una conversación con Ender Colina de inmediato caemos en cuenta que nuestro interlocutor es alguien que posee un lenguaje perfectamente zuliano, de fauces abiertas que ve colores donde otros vemos grises, que es un personaje que vuela y siente a través del color, quizá porque se hizo pintor bajo la condición noble de sus vecinos allá en el tradicional barrio Santa Lucía de su natal Maracaibo.
Como artista profesional tiene un poco más de 40 años. Cuando egresó de la Escuela de Sociología de LUZ en 1979, se incorporó a la Escuela de Arte. “En realidad la inquietud me asaltó mucho antes de ser sociólogo”. Relata que de niño lo que más le gustaba era colaborar con la ilustración de la cartelera de la escuela de sus primeras letras, una fiesta que disfrutaba al máximo. “Siempre fui el alumno convocado para dibujar de acuerdo a lo que celebrábamos”, dice al evocar tiempos de su niñez.
Cataloga como una especie de suerte haber llegado al mundo en la ya mentada comunidad en que creció, porque es una de las parroquias de mayor arraigo popular. Vivió la alegre experiencia de pintar las casas cada vez que se aproximaba el fin de año. “Esto tiene una explicación”, señala Colina, indicando que el sector es aledaño al puerto donde la mayoría de los habitantes trabajaban y las pinturas procedían del sobrante de los barcos. “Y por eso es que utilizábamos de manera mayoritaria los colores primarios. Se trataba de pinturas de alta tecnología porque eran para barcos y nosotros le decíamos pinturas acrílicas, en aceite o esmalte. Aquello le daba toda una composición cromática a los frontales de nuestras casas, y por supuesto, para mí era todo un espectáculo. Lo más emocionante era cuando junto a mi madre escogía los colores”, acentúa el laureado artista.
ECLOSIÓN HIPPIE
Entrados los años sesenta, nuestro pintor se conecta al recién nacido movimiento hippie a través de la psicodelia. Con ello llegó una forma de ver al mundo y se enfrascó en el diseño para franelas con motivos que escoraban hacia aquella corriente en plena ebullición. “Pasé al Liceo Udón Pérez donde estudiaban los hijos de los grandes intelectuales de Maracaibo, con los que me hice amigo. Aparecieron un buen día unos estudiantes de la Escuela de Arte Neptalí Rincón, con la misión de hacer unas obras en las paredes, y eso me cautivó de manera definitiva”, indica, al tiempo en que hace referencia a pintores que hoy están consagrados como Darwin Araujo, Edgar Queipo, Pedro Piña y Ángel Peña. “Nos involucramos con un movimiento cuya consigna era: ´Estudiar, Luchar y Bonchar´. Casi sin darme cuenta estaba inmerso en aquella moda de usar pantalones acampanados, escuchando rock, etc., y nos reuníamos en casas de amigos para hablar fundamentalmente de política”.
Revela que aprendió a través del arte a utilizar la imaginación como herramienta de lucha desde el punto de vista publicitario. “Con periódicos hacíamos lo que llegamos a llamar pasticho, que consistía en elaborar capas de papel una encima de otra, pegábamos con harina y agua hasta hacer una especie de pared. Fue mi primer encuentro con la publicidad, por así llamarlo”.
PROPAGANDA SIN GRANDES RECURSOS
Ender Colina agradece el que siempre haya tenido la suerte de transitar por la línea de las ideas que desde niño venía arrastrando. En 1971 se une a un grupo que llamaron ´Imaginación contra Dinero´, que entre sus líderes figuraban artistas como Pedro León Zapata, Régulo Pérez y Alirio Padrón. "Nos enseñaron a utilizar la propaganda sin los grandes recursos que esto exige. Todo consistía en escoger paredes, las cuales fondeábamos con cal, llegaban ellos (los artistas), hacían los dibujos y nosotros los rellenábamos".
REACCIÓN PATERNA
"Recuerdo que cuando le dije a mí padre que quería ser pintor, la reacción que obtuve fue iracunda, acompañada de la expresión: 'eso es para maricos'. No tuve más remedio que irme a la universidad, y en la Escuela de Sociología de LUZ me encuentro con un grupo cultural llamado ´Mira Vos´. Ahí conocí a Justiniano Vásquez", rememora Colina, así como al resto del grupo, complementado por Cécil Pérez, Frank Torrealba, Franklin González y Ángel Páez; todos nativos de Carora. Así se gesta entonces su militancia en el Movimiento al Socialismo (MAS). En el partido del puño entabla amistad estrecha con el Dr. Carlos Suárez y su entrañable Juan José Salazar. Aquel encuentro lo recuerda Vásquez desde su residencia de Montreal: "Así nació una grata amistad, para luego pasar a ser grandes amigos".
AMOR POR CARORA
En 1976 es invitado a Carora, y Ender Colina asume con devoción un apego enajenado por la ciudad que se mantiene en el tiempo. "Curarigua, Jabón, San Pedro, Pie de Cuesta, El Empedrado, Arenales… y por supuesto el vino de Altagracia son las razones de fuerza que alimentan en Ender ese apego", refiere Justiniano.
Ha revelado que la escenografía cultural y ambiental de Carora infunde de pasión su plectro creativo. Vásquez asevera: "Colina ha tenido bien claro el concepto de la sociedad como una estructura pluralista, definiéndolo como la mejor acción política donde se formaliza el reconocimiento de las diferentes subculturas, donde la efectiva identidad cultural está dimensionada por el reconocimiento y legalidad de la pluralidad".
El único recuerdo aciago para Ender en Carora fue en 1978, y lo relata Vásquez con amarga pena: "En la campaña electoral de ese año, Colina pintó un gran mural artístico en una pared de la Av. Aeropuerto. Este trabajo lo realizó asistido por Héctor Ávila. Lamentablemente la obra duró solo un día en exhibición, pues, fue dañado en la noche siguiente por adversarios políticos y enemigos del arte. Fue muy lamentable este suceso".
COMPROMISO MORAL CON JACOBO PENZO
Ender Colina habla con pasión de un tránsito vital en su vida y que lo marcó como artista, pero sobre todo como hombre de cultura: su estrecha amistad con el cineasta caroreño Jacobo Penzo. Suele decirse que el cineasta, artista visual, escritor, crítico de cine y gestor cultural (que murió a los 72 años), fue un hombre de un inconmensurable apetito de cultura, pero ese ímpetu jamás lo alejó de las cosas fundamentales como el sentir del otro, las experiencias del otro, las alegrías del otro; incluso, los dolores del otro. Eso lo experimentó nuestro personaje de hoy. “Comencé a entender que Carora no es cualquier cosa, que Carora y sus pueblos van mucho más allá de lo que nos muestra con sus paisajes y su gente”.
Vivió palmo a palmo la experiencia de haber tenido a Penzo en su taller, que sirvió de escenario real para la película ´Borrador´, inspirada en hechos reales, en donde una de las escenas más impactantes fue ver como de ficción, la toma real durante el rodaje de su anterior película, ´En Territorio Extranjero´, y en la cual el cineasta estuvo a punto morir antes de tiempo al caer una torre de petróleo frente al equipo de rodaje. En la película hay escenas que no requirieron de escenografía o dirección de arte alguna, porque son espacios tan ricos que pudieron ser utilizados, como el caso del taller 'La Pita'.
CARORA EN SUS ANHELOS
De esta manera tratamos en lo posible de contar la ciudad que Ender Colina ha vivido, la ciudad de encuentros y desencuentros, la ciudad que seguramente no es igual a la que vivió el protagonista de hoy, de la que han emigrado cientos de miles de personas en los últimos años.
La ventaja circunstancial sobre nuestros lectores, es que de la voz de Colina seguiremos escuchando sus vivencias y ojalá sea por largo tiempo donde siga existiendo esa Carora de sus recuerdos y anhelos que una vez le presentaron sus amigos.
Un grupo de éstos organizan una gran velada artística y cultural donde ell artista plástico presentará una exposición individual. Se exhibirán sus últimas creaciones artísticas, y muy especialmente, algunas pinturas que gozan de un gran atractivo comunicacional referente a la prevención del Covid-19. Este tipo de obras son espectaculares, ya que logran transmitir un mensaje sin crear terror, pánico o miedo al público. Dos de estas obras han sido seleccionadas por el Gobierno Federal de Canadá para promocionar las advertencias y recomendaciones contra la pandemia.
CRÉDITOS: Testimonio: Ender Colina
VIDEO: Justiniano Vásquez
DEDICATORIA:
Por pedimento del propio Ender Colina, esta crónica está dedicada a la memoria de Juan José Salazar.
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