PABLO NERUDA EN CARORA

Neruda con Miguel Otero Silva

Por: Francisco Zambrano Gómez

1959

El guardia que chequea los documentos de identidad de los viajeros del aeropuerto de Barquisimeto encuentra el pasaporte de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto en orden. Lo único que le llama la atención es que el señor que lo acompaña de nombre Miguel Otero Silva no lo llama Neftalí sino Pablo.

Los viajeros que traen libros bajo el brazo llegan esa mañana en avión y siguen camino hacia Maracaibo por carretera. El que mientan Pablo debe estar muy contento de seguir camino por tierra ya que lleva más de dos meses recorriendo y conociendo Venezuela a fondo con infinidad de homenajes en cuanta ciudad se detiene; tantos fueron los actos en su honor que luego en 1960 publicaron un libro recopilatorio de todos los discursos en su gloria. “Fuego de Hermanos a Pablo Neruda”, es el texto con los testimonios de la visita de Pablo Neruda a Caracas, en 1959, dispersos en periódicos o inéditos. En dicho libro Ramón Azócar observa que “se reunieron: Mensaje del poeta a los escritores venezolanos, escrito en el mar, en el viaje de vuelta a la patria; Discurso de Juan Liscano en la Sesión Solemne, celebrada el 4 de febrero de 1959, en el Concejo Municipal de Caracas, para recibir a Neruda y declararlo Huésped de Honor de la Ciudad; Palabras de José Ramón Medina en un Recital de Pablo Neruda, y otras de Miguel Otero Silva en similar ocasión; Presentación de Luis Pastori en el Recital de Pablo Neruda en La Victoria, el 12 de febrero de 1959, Palabras de Rafael Pineda; y Respuesta de Pablo Neruda ante el Concejo Municipal de Caracas, en la ocasión de ser declarado Huésped de Honor.”

El poeta Pablo Neruda llegó a Caracas precedido de la fama ya obtenida con sus libros Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), Residencia en la tierra (1935), Canto general (1950), Los versos del capitán (1952) y Estravagario (1958) y se hospeda en la casa de Miguel Otero Silva quien encantado de la vida también funge de guía turístico para presentarle toda Venezuela y sus intelectuales.

Neruda tenia la imaginación propia de un poeta que luego ganaría el premio Nobel de Literatura, pero al desviarse en Pavía para tomar la vieja carretera Barquisimeto-Carora y encontrarse con la majestuosa recta del padre Diego con sus más de 11 kilómetros de largo estoy seguro que jamás imaginó que luego vendrían más de 300 curvas hasta Carora.

Dale, dale y dale; curva, barranco y curva en una carretera estrecha sin muchas opciones de adelantamiento. Si en algunos pueblos Neruda dejo su corazón a la altura de San Pablo dejó la bilis.

Llegando a Puente Torres ya fue inevitable preguntar:

-¿Falta poco?

Pero quiso el destino que Miguel Otero por estar defendiendo a Fidel pelara un desvío de la carretera y pararan en Rio Tocuyo. Allí fue donde Neruda en perfecto chileno declamo la famosa frase:

¿La vía de Carora, por favor?

Como veían que Miguel Otero Silva no entendía las señas que le daban decidieron enviarlos con un baquiano que los guiara. Este humilde campesino al pasar uno de los puentes sobre un cauce seco les informó:

-Este es el puente de la Culebra.

A lo que Neruda medio indignado respondió:

¡Puente¡ será la “cabeza de la culebra” porque llevamos muchísimos kilómetros recorriendo una larguísima serpiente.

Total que los bardos dejaron al guía en la salida para Aregue, y como ya se les había hecho medio día decidieron almorzar en el primer restaurante que encontraron en la plaza Chío. Allí estudiaron el menú y Miguel Otero sugirió:

-Yo voy a pedir una punta trasera con queso asado, pero como tu estas medio malito del estomago te sugiero que pidas unas arepitas de las que venden aquí, bien caras por cierto.

Hizo la señal de costumbre y pidió:

-Camarada, dos cervecitas que estén como beso de suegra, una punta trasera con queso asado para mí y dos tostadas de esas caroreñas para el poeta aquí.

El mesonero se sorprendió, pero diligentemente tomó el pedido y se marchó.

Por cortesía Pablo Neruda se comió tostada y media y la otra mitad pidió que se la guardaran para el perrito que tenía en Santiago.

Cuando reanudaron el camino a golpe de una y media de la tarde el sopor era tan intenso que tuvieron que regresarse a tomar otra taza de café bien cargado. Ya para ese entonces la una de la tarde era la hora más peligrosa de Carora porque por el calor y la claridad todo el pueblo se refugia en su casa dejando las calles en absoluta soledad.

Cuando iban por la Fortaleza el futuro premio Nobel iba tan amodorrado (o inspirado) que le dijo al fundador de El Nacional.

-Poeta, si escogiera, el Sol nacería en el nombre de Carora.

La frase fue tan emotiva que luego la incluyó en su poema Oda a los nombres de Venezuela y lo publicaría en su libro Navegaciones y regresos.

…Tocuyo, hijo de harina,
Siquisique, resbalas
como un jabón mojado
y oloroso
y, si escogiera,
el Sol nacería en el nombre
de Carora,
el agua nacería en
Cabudare…

2019

Un Malibú bastante deteriorado circula lentamente por la carretera vieja Barquisimeto- Carora. A la altura de las curvas de San Pablo se detienen y sus dos tripulantes se bajan a lanzar un cadáver por el barranco. Permanecen un rato en el sitio y ni siquiera la luz de una luciérnaga los alumbra. Continúan muy despacio el camino hacia Carora por el mal estado de la carretera. No quieren hacerle compañía al muerto cayendo por alguno de los derrumbes que por ahí abundan.

Cuando llegan a Carora deciden cruzar la ciudad por calles secundarias para evadir la hipotética vigilancia policial. Calicanto, Loyola, Lídice, Zona Centro, Torrellas, Campanero. Caen en tantos huecos, baches y zanjas que creen que no van a poder llegar al Zulia con algo de tren delantero.

Nunca han escuchado hablar de Pablo Neruda, del premio Nobel ni de poesía. Tampoco leyeron la valla que durante mucho tiempo daba la bienvenida a la ciudad con el verso del poeta chileno referido a Carora. Solo quieren salir pronto de aquel territorio que les impide andar rápido.

Cuando salen del distribuidor La Montañita el copiloto mira al fondo la luna que comienza a desaparecer. A pesar de la incipiente claridad aun se ven los cráteres inmensos en nuestro satélite. El asesino bosteza y se despereza, y mirando todavía la luna dice:

-¡Que molleja primo¡ Te aseguro que si escogiera, la luna nacería con el nombre de Carora por la cantidad de cráteres que tiene esta vía.