Para el caroreño hay héroes y leyendas. Gente distinta. Gente que se ha quedado grabada en la memoria colectiva: Chío, Pastor, Domingo Perera, Onésimo Viloria, Carlos Santeliz, Antonio Herrera Oropeza… pero también hay los que vivieron aquí, los que se quedaron y se fueron: Luis Aparicio es uno y es al que nos dedicaremos en este escrito.
Aparicio, que hoy cumple 87 años de edad, sigue siendo la figura que representa la aspiración, la superación, la llegada clamorosa del hombre a la cumbre soñada, del hombre que lo ha trascendido todo. Los genios actuales, los encumbrados en épocas donde la información corre como leopardo en el desierto, tendrán que resistir –como lo ha resistido con aires de suficiencia el único miembro del Salón de la Fama del beisbol de Grandes Ligas– el paso implacable del tiempo.
Lo bueno de todo es que a los peloteros no se les puede medir en el relumbrón de la lástima ni de la empatía, a los peloteros se les mide, decía Rubén Mijares, por lo que hicieron en el terreno y se les debe poner la vara rasa sin acomodos ni trucos.
Y la influencia de Aparicio ha sido marcada en lo beisbolístico desde el mismo momento en que fue considerado por los periodistas estadounidenses, como uno de los mejores y más veloces campocortos de todos los tiempos. Su formidable carrera es, y sigue siendo, inspiración de muchos, al menos así lo manifiestan David Concepción y Omar Vizquel.
Estadía en Carora
Luis Ernesto Aparicio Montiel nació el 29 de abril de 1934. En 1953, es decir a los 19 años, se vino a Carora bajo la “encomienda” de su padre Luis Aparicio, a quien el mundo lo perpetuó en el tiempo con el suntuoso y merecido seudónimo de “El Grande”, a Don Antonio Herrera Gutiérrez. “Mi papá Félix Camacho –dice el profesor Kelman Camacho– me dijo que Don Antonio fue duramente criticado y hasta acusado de marronismo”. El concepto había surgido dos años antes, “y se refiere a que de manera subrepticia se le retribuye económicamente a una persona por practicar un deporte”, explica.
Pero Luis Aparicio no jugó béisbol en Carora. “No tuvo enfrentamientos ni vistió un uniforme”, asegura Don Gerardo Meléndez, un hombre de 89 años al que es una delicia “allanarle” la consumada memoria, en la que siempre se consiguen datos que nunca defraudan, porque además traen el sello del fundamento y la seriedad. “Lo de marronismo viene porque Don Antonio para justificar su estadía, lo ingresó a la nómina de la droguería de la que era dueño”.
Meléndez cuenta que a Don Antonio Herrera Gutiérrez, “el querido, celebrado y nunca olvidado mentor de Cardenales, no se le trababa la mano en el bolsillo cuando de contratar figuras se trataba”. Atestigua que bajo la mirada de Don Toñón, Aparicio practicaba al béisbol “porque se preparaba para el torneo del año siguiente en honor a ´Rubén Darío Lozada´, el cual daba de qué hablar a nivel nacional porque reuniría a lo más granado del béisbol venezolano a nivel amateur”.
Don Gera, como le conocemos los caroreños, expone que para el torneo se contaría con la participación de representantes de algunos distritos del estado Lara. “Por ejemplo, en El Tocuyo hospedaron a José ‘El Negro’ Cróquer, a quien Sulpicio Garmendia, José Rafael Colmenárez Peraza, José Rafael Garmendia y Don ‘Pancho’ Tovar ingresaron a la nómina del Central Tacarigua, donde estampó su firma para jugar buena pelota. Al enterarse de aquello, Don Toñón, que de pendejo no tenía nada, hizo lo imposible por traer al hijo de ´El Grande´ para Carora, y consiguió que le entregaran al muchacho con la venia de su padre. Tratando de justificar un sueldo que Luisito no andaba buscando, le dio el cargo de boticario en una de las tantas farmacias que ayudaban al sostén de sus pájaros rojos. Fue un simple formalismo”, dice Don Gera.
El profesor Manuel Arévalo, otra memoria de consulta obligada cuando se trata de abordar temas históricos, recordó que para el referido campeonato de Barquisimeto participarían los equipos más importantes: el Japón y el América. “Por El Tocuyo iría el Central Tacarigua y por Carora, Cardenales”.
Pájaros blindados
Arévalo fue más preciso: “Para ese campeonato Don Toñón armó un equipo que para la época era de otro mundo. Aquello era terrible porque estaba integrado, entre otros por Domingo Barboza, los hermanos Colina (Rafael y Primitivo), José Valerio ´Chemeco´ Torres, Luis Añez, José Flores, Mario Bullones, Martín ´Obelisco´ Pérez, Miguel Angel Camacho y por supuesto Luis Aparicio. Solo Don Toñón, un hombre que nunca perdió, podía reunir un equipo tal. Pero muchos ignoran que Aparicio jugaría en el left field porque el campo corto a Mickey Camacho no se lo quitaba nadie… ni siquiera Aparicio”, dice con la elocuencia característica Arévalo.
Seguidamente indica que el torneo nunca fue posible por órdenes de las autoridades deportivas. “Evitaron el marronismo que se fraguaba para este encuentro beisbolero, que con toda seguridad digo hoy día, hubiese sido ganado por Cardenales”.
Carora determinante
Y el periodista Andrés Alberto Padilla Romero nos suelta otra perla: “La estadía de Luis Aparicio en Carora fue determinante en su carrera futura. El insigne Buck Cannel me reveló en 1976, que la especialidad defensiva del short stop más grande y brillante de nuestro beisbol se pulió en Carora bajo la mirada ilustre de Antonio Herrera Gutiérrez, y Franklin White convalida lo espetado por Cannel. Suficiente con eso”, dijo Padilla con expresión lacónica.
Kelman Camacho recuerda que en 1991 el inmortalizado exbigleaguer le ratificó la historia, “y además me reveló lo que significó para él la figura de Don Toñón Herrera”. Todo coincide, no parece haber cabos sueltos.
Camino a la gloria
Luis Aparicio, de Carora se fue a jugar con Gavilanes BBC, equipo de Maracaibo perteneciente a la Liga Occidental, una novena en la cual su tío fungía como dueño. “La firma de Aparicio para Gavilanes fue en la calle Bolívar entre Sucre y Ramón Pompilio Oropeza, en el Bar Tiberiades”, refrenda Manuel Arévalo.
El día de su debut, 18 de noviembre de 1953 en un juego entre Gavilanes y Pastora, al entrar al terreno a cubrir la ofensiva recibió de su padre un guante a manera de homenaje, donde el padre da el legado al hijo. Tres años después, el 17 de abril de 1956, es su debut en las Grandes Ligas con la ropa de los Medias Blancas de Chicago. No era cuento lo aprendido en Carora, pues, ese año recibió el premio Novato del Año. En Chicago duró hasta 1963 cuando fue cambiado a los Orioles de Baltimore, pero en 1968 regresa a los Medias Blancas. En 1970 cambia de medias y se va a Boston hasta su retiro en 1973.
Dejó una estela grandilocuente de logros, incluyendo el liderato de bases robadas de la Liga Americana nueve años seguidos, con un total de 506, y ser ganador de la Serie Mundial con los Orioles en 1966.
Al momento de su retiro, Aparicio era líder de todos los tiempos en juegos jugados, asistencias y jugadas para doble outs. Recibió gran cantidad de reconocimientos durante su carrera, incluyendo su participación en 10 juegos de las estrellas (tres a doble cartelera) y nueve Guantes de Oro. Luis Aparicio fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol en 1984, siendo hasta ahora el único venezolano en alcanzar este logro.
En Maracaibo se festeja el 11 de noviembre como el día de Luis Aparicio, en referencia al número 11 de su uniforme, siendo particularmente significativo el homenaje brindado por la comunidad de esa ciudad el 11 de noviembre de 2011 (11-11-11).
Así fue la carrera peloteril de un hombre que dejó huella en Carora. Don Gera asegura que hasta novias, una de ellas Hercila “Chila” Aponte, hoy residente en Barquisimeto. “Fue todo un caballero Luis”, recuerda esta caroreña con muchos años en la capital. “Salíamos, pero de verdad nunca me dijo nada. Su timidez lo hacía ver más buen mozo, más bello. Luego de una hora exacta de conversaciones, me acompañaba a mi casa, pero de verdad, no tuvimos un noviazgo formal”, dice la hoy matrona de una distinguida familia barquisimetana.
Frank Montes asegura que una conocida dama caroreña sí fue su novia, pidiendo no revelar el nombre. “Aquella mujer fue la ´Penélope´ caroreña. Nunca perdió las esperanzas de que Luis regresara por ella, y murió señorita”.
Luis Aparicio, el más grande de todos los tiempos, vivió en Carora. Imborrable será su recuerdo.
Por Franklin Piña
@Sobre.300
CRÉDITOS PARA ESTA CRÓNICA
TESTIMONIOS: Gerardo Meléndez
Manuel Arévalo
Kelman Camacho
Frank Montes
Hercila Aponte
FOTOS: Fundación Luis Aparicio
Javier González
Manuel Arévalo
Libro “Beisbol caroreño, una aproximación a su historia”, del Dr. Pedro
León Torres
VIDEO: Justiniano Vásquez
TESTIMONIOS: Gerardo Meléndez
Manuel Arévalo
Kelman Camacho
Frank Montes
Hercila Aponte
FOTOS: Fundación Luis Aparicio
Javier González
Manuel Arévalo
Libro “Beisbol caroreño, una aproximación a su historia”, del Dr. Pedro
León Torres
VIDEO: Justiniano Vásquez
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