Por:Anais Cristina
Bolillas Rojas
Es la
fiesta de la piel la caricia mientras dura y cuando se aleja deja sin amparo a
la lujuria.
Las
caricias de los sueños que son prodigio y encanto adolecen de un defecto no
tiene tacto.
Como aventura
y enigma la caricia empieza antes de convertirse en caricia.
Mario Benedetti
Aunado
a esto, la desnudez es el signo que indica al yo lírico en el texto, la
apertura del ser que arroja al instante furtivo que rompe en su interior todo
tipo de seguridad en el mundo literario, de este modo irrumpe en el terreno de
lo desconocido, donde la piel femenina parece
ser el único destino de los cuerpos palpitantes en el juego del deseo.
El poemario “Bajo el temblor
de la lluvia dorada resplandecen como mar bravío mis sueños de opio”
(2021) es un desborde erótico enbúsqueda constante del
hombre por borrar su individualidad en el cuerpo femenino creando una tempestad
en el sujeto narrador cargada experiencias
internas, el deseo del hombre por perderse entre las líneas curvas de la
piel. Por otra parte, es importante
destacar que el texto poético posee
diferentes elementos que se recrean como símbolos de la identidad del escritor
para mostrar a través de sus versos una experiencia del yo protagonista en
mundo de deseo carnal, inician con un elemento primordial en el erotismo
literario como lo es la angustia, un elemento clave que anuncia el
aniquilamiento del yo en la apertura de la desnudez. De este modo la embriaguez
erótica brinda en el momento presente la posibilidad de tomar distancia del
porvenir para adentrarse en sueños lujuriosos como se puede observar en el
siguiente fragmento:
¿Cómo
te nombro
sin
que el silencio
/ me
hiera?
Mi
desgracia Tú y yo
Sudados
Sin
pueblos ni ciudades
Tú y
yo Nada más.
Al
observar el discurso, el yo narrador simboliza el desalojo, el atrevimiento a
lo imposible, permite el descubrimiento de lo más íntimo del hombre, esa
violencia que lo empuja cada vez más hacia la muerte, hacia el sacrificio que
deja el cuerpo.
Por
otra parte, otro elemento relevante dentro de la composición poética de Pereira
Meléndez es el signo de la desnudez como un rompimiento del ser cerrado,
manifestando el símbolo de lo corporal a través de metáforas dando apertura
hacia lo infinito que se da a través de los cuerpos, los cuales se abren hacia
los conductos secretos de la continuidad posibilitando una profunda comunicación
acerca de los delirios que emergen de los sentimientos. Asimismo, la desnudez,
se desmantela en delirantes caminos que brindan
los deseos de la voz en el discurso que ofrece los eventuales encuentros
con la figura femenina:
me
sumerjo en medio de tus piernas
a
lamer lo que extraño
Esta
realidad duele
Permanece
en mí
El
escritor demuestra la confrontación
y la experimentación del yo en
las posibilidades que emergen de sus pensamientos, el lugar del derroche
es su único destino, donde la desnudez prepara el escenario para que la carne
se disuelva en el placer. Seguidamente, la mirada del deseo será, precisamente,
una estación que recorre el discurso literario de Pereira en este viaje erótico
a través del lenguaje poético en lucha constante con sus sentimientos más
elevados. El deseo sexual, el placer natural le acompaña, dentro de todos sus
versos, dejando entrever que la piel es el motivo de movimiento del yo en el
texto poético. Esa naturaleza contradictoria. Articulando a través de la imagen
del viaje erótico como travesía amorosa es un motivo recurrente en la
composición:
sentir
esto que no puedo explicar
pero
que se adhiere a mí
como
el salitre
traspasando
mi piel
sin
herirme
porque
mis raíces están esparcidas
como
las semillas del frondoso árbol
que
está sembrado en ese peñasco
donde
yo ocultaba mis penas
Este viaje de sentimientos y
sentidos comienza con la vista, el primer contacto es visual y como tal ha
generado un complejo sistema de signos que se enfoca el yo lírico convirtiendo
la mirada de éste en el motor de una
historia, en la anécdota que desarrolle el resto de la acción. Sin embargo, se
puede encontrar dentro del texto,
imágenes de la esencia erótica del cuerpo, específicamente de la amada,
recorrido por el poeta por medio de una rica galería de metáforas que
magnifican el sentimiento pasional recreado por las imágenes elaboradas a
partir de referentes religiosas, de la naturaleza e intertextualidades
literarias.
Por último, la composición poética de Leonardo
Pereira Meléndez muestra a través de sus versos, la intensidad del deseo con
diferentes formas de poder iniciando desde el yo como sujeto masculino, moviéndose
en un terreno de creencias que lo obligan a pensar, actuar y sentir bajo el
peso de estas simbologías, reproduciendo y reafirmando sus sentidos en una
búsqueda egoísta para la satisfacción del deseo a menudo, la plena felicidad
que la piel femenina maneja, en un vaivén regulador con el sufrimiento del
sujeto.Por consiguiente, la relación que hace el escritor en su poesía crea un lenguaje que se desvía al cuerpo femenino sugiriendo miradas alternas impregnadas de
connotaciones.
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