Hacer que las cosas sucedan, depende del ánimo y las ganas de hacerlas. A esas ganas se le llama entusiasmo pero cuando las cosas buenas suceden, suelen venir acompañadas de mejores cosas o eventos.
Carora, podría decir, y así lo expresa su gente, que la llegada de Monseñor Carlos Curiel, cómo Obispo de esta Iglesia Particular, alegró a su feligresía, el cambio positivo aún se siente y apenas comienza su andar como Pastor Diocesano de este territorio.
A éste recibimiento formal, le sumamos la salida de la latencia del Cantón Carora, ente rector desde la sombra, del quehacer caroreño en pro de su pueblo.
Cantón Carora, quiere el rescate del valor de esta tierra torrense, explica e invita a vivir la Caroreñeidad, término muy bien explicado por el Padre Beto, ese hombre de verbo atinado, apegado a la ley y al vivir desde lo profundo del ser humano.
Betote habla desde adentro, es una especie de caja de resonancia del sentir del pueblo xaroreño, sabe de dónde venimos, sabe el por qué llegamos a caer en la desidia y hoy sabe que paramos la caída, por eso, nos invita a unirnos, para hacer posible el resucitar, cuál Ave Fénix, de su amada Carora.
A la llegada de Monseñor Curiel, entonces sumamos las intenciones y las acciones buenas del Cantón Carora. Pero las cosas buenas no paran y ojalá nunca paren. El pasado 21 de noviembre, Carora logra que Javier Oropeza tenga otra oportunidad para seguir haciéndolo bien. Logramos el cambio político en la ciudad y se abre entonces un nuevo tiempo.
Este barco llamado municipio Torres tiene de nuevo el viento a favor, aprovechemos esta oportunidad para realizar de él, lo que soñamos.
Es necesario que esa nueva estructura social de Carora se organice, inserte las nuevas tendencias en su gentilicio, juntos debemos salir adelante como lo hicieron nuestros antepasados. Estamos en deuda con ellos, construyamos futuro, tenemos mucho tiempo viviendo de las glorias del pasado.
¡Dios mediante, así será!
Por: Pedro Álvarez.-
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