Hablar del beisbol en Carora es hablar de Ramón Pompilio Oropeza, un nombre con el que nos topamos en cada episodio que tiene que ver con la evolución del deporte de las cuatro esquinas en esta ciudad, plasmadas en crónicas del tiempo que dan cuenta de toda una gama de eventos relacionadas con esta intrigante búsqueda, y que al final nos acercan a una definición.
Franklin Piña.-
@sobre.300
Está claro que el beisbol moderno tuvo su desarrollo en Estados Unidos. Aún cuando el origen del mismo no esté determinado, todo indica que tuvo su progreso desde una variedad de juegos semejantes. Crecimos con la creencia que Abner Doubleday fue el inventor, un hombre que llegó a ser oficial del Ejército de la Unión durante la Guerra Civil estadounidense (1861-1865), y que lo había instaurado como deporte en el año de 1839 en la localidad de Cooperstown, cerca de Nueva York, lugar donde está anclado el Salón de la Fama.
Sin embargo, esta teoría languideció en el tiempo al no existir ningún apoyo que convenciera, y entonces todo se convirtió en mito. Evidencias hay de que se han practicado juegos con estaca y pelota desde los primeros albores de la civilización que se expandieron durante la Edad Media por toda Europa, y se hicieron populares en variadas formas. Los europeos introdujeron juegos similares en sus colonias de América hacia el siglo XVI. La primera referencia del término “base ball” aparece en Inglaterra en 1744, poco menos de 100 años antes de que Doubleday supuestamente lo inventara en Cooperstown en el año citado. El término aparece impreso en un libro de pasatiempos infantiles. Entre ese año y 1796 surgen varias referencias más sobre beisbol en Europa dando cuenta de un juego de pequeñas dimensiones jugado por niños y niñas.
Ese mismo año se publican en Alemania las primeras reglas de “base ball”, lo que da cuenta de que, probablemente en ese país ya se practicaba el juego. El deporte de desplaza a América entre mediados del siglo XVIII y principios del posterior por los ingleses que se establecían en el Nuevo Mundo. La primera referencia de beisbol jugándose en Estados Unidos data de abril de 1778, registrada en el diario de un soldado de nombre George Ewing: “Hice ejercicios por la tarde, y en los intervalos jugué base”, habría apuntado en una epístola describiendo sus actividades. Más adelante aparece un hombre muy culto con vocación de bombero llamado Alexander Cartwright (1820-1892), quien fue oficialmente acreditado por el Congreso de los Estados Unidos el 3 de junio de 1953 como el inventor del juego moderno del béisbol. Cartwright además fundó el equipo New York Knickerbockers.
En Latinoamérica el beisbol se conoció, primeramente en Cuba, gracias a Nemesio Guillot, que el 1866 fue enviado por sus padres a Estados Unidos a estudiar en una escuela. Cuando regresó a La Habana en el verano del mismo año, además de haber aprendido muy bien el idioma inglés, llevó consigo un equipo muy extraño que decía se usaba para un deporte llamado beisbol. Pronto reunió a sus amigos y les enseñó el juego.
Así volvemos a la ciudad que nos ocupa en esta crónica. En 1919, el Dr. Ramón Pompilio Oropeza en compañía del Dr. Rafael Tobías Marquíz trajo a Carora este deporte. Con certeza lo decimos porque no hay un documento tapizado de lógica que diga lo contrario, aún cuando en septiembre de 1979, el Dr. Ismael Silva Montañés (1901-1983) envía una carta al periodista Víctor Julio Ávila aseverando que el introductor del beisbol en Carora fue un primo hermano de su madre, Don Blas Miguel Bello entre los meses de enero y febrero de 1921. Aún cuando se trata de la aseveración de un reputado historiador, no le damos crédito porque registros existen de que el Dr. Oropeza, poseía –no sólo el conocimiento del juego obtenido en Caracas, donde además de estudiar en la UCV formó parte de las filas del equipo Los Samanes– tenía el material humano para formar dos equipos a los que enfrentaría entre sí, los cuales denominó Azules y Rojos. Estos juegos eran los sábados en la mañana en un espacio en el que luego funcionó un manicomio y posteriormente se edificó la Iglesia Coromoto que hoy conocemos. La finalidad fue enseñar pedagógica y formalmente las reglas y el sistema del beisbol. Lo hizo con alumnos del colegio La Esperanza fundado por él, el 1° de mayo de 1890. El beisbol tuvo tanta acogida en Carora que rápidamente se popularizó, por lo que el Dr. Oropeza se vio obligado a fundar en febrero de 1920 el Bomboná BBC. Fíjense si no tendría idea el sabio maestro de lo que era el beisbol, que hasta la denominación de las siglas conclusivas del nombre las conocía (BBC). Pero es que además a finales de ese año se va a Caracas en compañía de Marquíz, y regresan cargados de todos los implementos para jugar beisbol, aunque ya los muchachos de la ciudad conocían el guante que utilizó el propio Oropeza en los “files” de Los Samanes.
Es menester mencionar que al año siguiente llega a Carora un mozalbete llamado Manuel Urrutia, que con la ayuda de José “Cheíto” Yépez, digamos que fue el primer entrenador del beisbol, porque todas las tardes impartía prácticas a los muchachos de la época interesados en aprender el juego en una playa adyacente al río Morere, ubicada un poco más allá donde hoy funciona la Escuela de Música Juancho Querales, al final de la calle Carabobo. Y así el beisbol creció en Carora y con ello la afición.
A las filas del Bomboná BBC se unieron Ambrosio Oropeza, Santiago Leal, Celestino “Negro Tino” Carrasco, Julio “El Cuchare” Chávez, José González Oviedo, José Antonio Riera, Pablo Riera, Alí Suárez K, Antonio Vásquez, Rafael Chávez, Ramón A. Meléndez, Justino Sosa, Hermógenes Chávez y José María Álvarez. Pero este equipo necesitaba de un rival, lo que movió a su fundador a animar a Juan José Herrera, “alumno” de Urrutia, a que organizara a otros jóvenes y le dieran nombre a otro equipo. Herrera reunió a Rafael Nabor Parra, Carlos Herrera Zubillaga, Medardo Matos, Juan Perera Meléndez, Isodoro Mosquera, Jacobo Santeliz, Francisco Meléndez, Efraín Riera, Federico Meléndez, Armando Aldazoro Delepiani, Efraín Franco Urrieta, Elías Perera y Ramón José Álvarez, y fundaron el Bariquigua BBC. Los encuentros eran en la Playa La Pastorita, hoy Plaza Cecilio Zubillaga. Los fanáticos del Bomboná les decían en tono burlón a los del recién nacido Bariquigua, las “Niñas bonitas”. Así nació la primera gran rivalidad del beisbol en Carora. En el pueblo nadie hablaba de otra cosa, y prueba de ello es que por esos años apareció furtivamente en la puerta de El Diario de Carora un papelito con el siguiente poema, metaforizando el amor con el juego traído por el Dr. Ramón Pompilio Oropeza:
Te miro desde la esquina
Todo atención en mi base: Temiendo que el viejo pase
Me asiste ahí tu vecina.
Vienes con paso elegante, qué hermosas curvas al andar.
Solo corriendo el diamante
Me pueden safe declarar.
Como estoy enamorado Y hoy pocos tenorios hay,
Sino supiera pitchear,
Dicen que me has destrozado Del mismo modo que a un fly. Pocos saben de carreras, lo que yo que voy al home, llevo tres noches enteras dedicándole al run. Desde que te conocí,
Todos me tienen por out,
Por suerte después del hit,
Me aseguré en el dogout.
Me casaría contigo o
Si tuviera un amigo Que me enseñara a batear.
Por si me resuelvo un día voy A empezar a aprender aunque en el Home todavía, se necesita correr.
Firma: Caroreño deportista y enamorado.
Desde entonces, en Carora se respira beisbol.
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