Venezuela es tierra bendita para quienes tuvimos la suerte de nacer en ella, al menos así lo sentimos quienes estamos orgullosos de nuestro gentilicio.
También, este país es considerado bendito para muchos inmigrantes llegados de distintas latitudes del mundo. Nuestra raza es variopinta porque es la resulta de una mezcla que no cesa.
Cierto que en un principio fuimos el resultado de un cruce de los colonizadores y nuestros aborígenes, pero ya pasado el tiempo, se han incorporado nuevos elementos a este cruce de razas que ha decantado en un país plagado de gente con características propias, que a decir de los entendidos, poseemos las mujeres más bellas del mundo.
En ese país multicolor, llamado Venezuela, en el siglo pasado, era común comprar el pan al portugués de la esquina, tomarse algo y picar en la tasca del español y comprar algún corte de tela donde los árabes. Tiempo después, estos amigos comerciantes fueron los encargados de vendernos electrodomésticos.
Con el pasar del tiempo, llegaron los chinos, ellos dominaron y aún dominan la distribución y venta de los víveres.
Mención aparte merecen nuestros amigos suramericanos, todos somos vecinos de alguno de ellos.
En un Mundial de fútbol emergen las diversas camisas representativas de cada país, muchos clubes de distintas nacionalidades, albergan a las familias de muchos, quienes decidieron hacer de Venezuela, su segunda patria.
Este pequeño resumen, del sitial de cada nacionalidad en nuestro país, lo hago para describir de algún modo, el cómo hicimos de los distintos inmigrantes parte de nuestra sociedad, los aceptamos sin ningún freno, no tuvimos distingo, los entendimos parte del mundo y simplemente les dimos la bienvenida a esta tierra.
Todo el que emigra, es porque no está bien en su país de origen, o simplemente, ve un mejor horizonte fuera de las fronteras del país que lo vio nacer.
Sin caer en el que hizo emigrar masivamente al venezolano de hoy, debemos referirnos a cómo nos han recibido en los diversos destinos donde tenemos presencia actualmente.
Sin embargo, debemos preguntarnos cómo nos tratan y el porqué, de algunos tratos.
Debemos estar conscientes que por las fallas de algunos, pagan todos por pecadores. Pero debemos fijar nuestra mirada en esos países pequeños, vecinos nuestros, quienes nos deben bastantes favores cuando éramos esa Venezuela Saudita.
Debemos sentar en nuestra memoria y documentarlo para trasmitir a las nuevas generaciones.
Estos vejamebes no los podemos olvidar, no lo digo pensando en venganza, sería la peor manera de responder a el hecho abominable que nos hicieron los responsables del gobierno trinitario. Pero evidentemente, no serán personas bienvenidas en nuestro país.
Y no espero una respuesta del gobierno porque seguro no la habrá, la respuesta debe ser de nosotros y con no olvidar este horrible hecho, haríamos mucho.
Siempre se ha dicho que los latinos somos de memoria corta, pero hay excepciones. Por ejemplo, pregúntenle a un argentino por Inglaterra, lo primero que le vendrá a la mente serán las Malvinas. Pues, algo así, debemos sentir los venezolanos al oír el nombre de este país vecino.
Yo no lo quiero ni conocer, pero algo lograría si hacemos conciencia sobre este maltrato del que fuimos objeto. Porque cuando le hacen esto a un niño indefenso, no pueden esperar muestras de afecto.
La dignidad no se negocia, por lo menos para mí.
Tarea para los venezolanos, esos que creemos que todo mejorará y vendrán nuevos tiempos.
¡Los Trinitarios, no son amigos nuestros!
Prohibido olvidar...
Por: Pedro José Álvarez Chirinos.-
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