Gerardo Pérez González.-
Ayer se apagaron las luces del Parque Ferial "Teodoro Herrera Zubillaga" , y como siempre, se ha convertido en un triste momento. Fue una sensación que vivimos los que amamos este evento desde nuestra niñez.
El polvo era tanto que no ofende a nadie, es un polvorín diferente, lleno de apego a la Madre Tierra, es el alimento a la inteligencia, a la creación y a la perseverancia por la tierra y su cultura.
Los organizadores se habían echado un riesgo que no calcularon, pero los llenaba el deseo de hacer algo diferente, único, y además contar con un Alcalde que también se había jurado en decretarlas en un arranque de emoción el dia que ganó electoralmente sin saber la respuesta de los gremios ganaderos.
Pero por otro lado, el Padre Alberto Álvarez no se cansaba de repetir los Cien años de la primera Feria Exposición, el Bicentenario de Pedro León Torres y los Cien años de la luz eléctrica en Carora, eran alertas que no podían pasar desapercibidas.
No está presente el que la historia eternizó como el alma de las Ferias, Carlos Herrera Zubillaga, ni muchos otros animadores del pasado, porque ahora, en el presente, hay sangre nueva con criterios de supervivencia y visualización empresarial.
Blanca de Oropeza se las juega en buscar la perfección y el orden rígido para el evento y allí coloca a las esposas de los directivos que se juegan a algo nada fácil, como también jóvenes profesionales soñadores de nuevas ideas.
Gustavo Ferrer debutó con un pie adelante y el fervor de sus viejos antecesores. Víctor Aldana es temple e incansable, está en todas partes, resolviendo y ejecutando. Mario Oropeza, sobrio, pensante, pero atento a que la raza Carora sea la protagonista. Pablo González puso en un lugar privilegiado a las humildes cabras, chivos y ovejos, que dejaron de ser marginados y convertirse en coprotagonistas. Rafael Carrasco con un tropel de nuevos productos que han jugado a elevar la calidad vacuna. Eleazar López demostrando ser muy buen heredero de su padre, entre otros. Pero hay cientos de actores de la película que duró pocos meses su producción y escasos días su filmación, donde la estrella fue el pueblo caroreño que ganó el Óscar a la excelencia.
"Ayer brotaron vientos de esperanza", apenas lo dije el 22 de junio y el lunes 27, reafirmo que las esperanzas se comprueban con hechos ciertos, pero que deja abierta esa estela luminosa en los también cientos que visualizan desde Carora otro país.
Es el inicio del regreso de los ausentes de esta Feria 2022, que la siguieron no respirando la tierra y el polvo amarillo, sino en sus puestos de trabajo después de las fronteras, y que juraron estar en la próxima edición.
Lo popular de la cabalgata, de las exposiciones y juzgamientos: no hubo un minuto donde el óvalo no estuviera repleto de seguidores, aquel tropel que desde cada parroquia rural, salían diariamente a sus ferias, allí los 10 autobuses de gente de La Pastora o los camiones repletos de gente de La Otra Banda. Esto no es un evento exclusivo, ni excluyente, pero si participativo, los artesanos, el cocuy, el lomo prensado, los jóvenes guitarristas de la Fundación Alirio Díaz, la Banda Municipal, cada academia de danzas que actuaban día a día, y los niños y jóvenes premiados de J. C. Rocha, y muchos constructores de sueños.
Es un total éxito donde más de cinco mil a diez mil personas bailaban y coreaban la música popular sin un solo conato de peleas, ni problemas de ninguna naturaleza. Eso es sentimiento de pertenencia a cien años de tradición.
Se detecta socialmente que es un evento de naturaleza totalmente popular, pareciera hasta extraño, porque ciertas circunstancias pudieran atentar contra ese carácter, pero aquí se rompen las barreras económicas, sociales y culturales, en ese parque ferial somos uno solo, el productor de afuera y el nuestro, el expositor, pero también es uno solo el público, sin ellos como se lo escuché en un evento igual hace años atrás a un juez gringo, que preguntó en su idioma, que le dieran una explicación que jamás lo había observado en ningún lugar del mundo, que en un juzgamiento de animales el pueblo llano se emocionaba y aplaudía, no como es usual siempre, solamente los criadores acompañaban esos eventos de juzgamiento, pero que aquí en Carora todo el mundo parecía saber de la calidad de los animales, y la respuesta fue que hay tradición.
No observar una cara de tristeza, porque en la feria y cabalgata no hubo lugar para ello, pero sí miles de sonrisas de niños y muchísimos jóvenes, había también sonrisas esparcidas por el mundo siguiendo por las redes el evento y había triunfadores y ganadores, pero había infinidad de protagonistas, como cada uno de nosotros que pusimos en su sitial de honor nuestra ciudad de Carora.
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