La primera etapa de nuestra vida está plena de inocencia. El ser humano es como una página en blanco, al nacer, tiene un sin fin de oportunidades. Pienso que los niños, son la expresión más pura de la existencia de Dios, nacer de hecho es una especie de milagro, millones de cromosomas compitiendo por desarrollarse y solo uno logra hacerlo.
Se ve simple y para muchos los hijos no parecen ser tan importantes. En nuestro país y en el mundo entero abundan los padres y madres irresponsables, debemos atender de una mejor manera la formación de nuestros hijos, pues ellos, esos niños serán el futuro del mundo.
Con el paso de generaciones cada día los niños pierden terreno frente a la vorágine del mundo actual. Cierto que tecnológicamente conocen más del planeta, de su cultura y sus desastres prematuramente, pero no saben hablar con un extraño, algunos no pueden moverse en transporte público y a otros les da pena hasta saludar.
No es culpa de ellos, es nuestra culpa como sociedad, porque dejamos todo por entendido, nos confiamos en el bendito teléfono.
Aquí abro un paréntesis y me pregunto: ¿En qué momento el teléfono móvil, suplantó la manera de comunicarnos con nuestros hijos?
No nos damos cuenta pero cada día perdemos más espacio con el mundo virtual.
Lamentablemente, para muchos habitantes del planeta, el mundo paralelo parece importar más que el mundo real.
Parece mentira pero es algo que nos estalla en la cara y nadie parece preocuparse. A mí en lo particular, este tema me asusta y ojalá no pase de allí, de ser una preocupación. Sin embargo, debemos ocuparnos de recuperar espacios.
Pienso que es necesario enseñar a los chamos las labores diarias de la casa, necesario también es el respeto a los mayores. La malacrianza de un niño, es el reflejo de su familia. Por lo tanto, debemos hacer el mayor de los esfuerzos para lograr integrar a nuestros niños de la mejor manera posible, ellos tienen la capacidad de amoldarse a las distintas circunstancias de forma más flexible que los adultos y esto obedece a que no tienen ninguna restricción mental.
A veces creemos que nuestra forma de pensar es igual a la de nuestra descendencia y no es así. Debemos hacer fácil la interacción, no podemos apartarlos de nuestra vida cotidiana.
Quizás, al querer tener un mundo paralelo para ellos se comete el error de aislarlos, por eso, ellos no entienden lo que para el adulto es normal o común. Actualmente, los roles sociales hay que cumplirlos en caliente, me explico, antes un padre responsable llegaba en la tarde o noche a su casa, chequeaba a sus hijos y estaba tranquilo, ese era su rol.
El nuestro cambió, debemos estar en las actividades diarias, por supuesto sin exagerar, porque hay padres y madres que creen que haciendo la tarea de sus hijos, hacen una proeza. Craso error, la nota no significa que el niño es bueno o malo estudiando, al final lo esencial es que aprenda. Es paradójico pero aprende mucho más quien se equivoca y rectifica.
Esa página en blanco de nuestros hijos debe ser llenada con su propia letra, con sus aspiraciones, sus sueños y sus tropiezos.
El niño solo necesita conducción, no que le hagamos todo.
Tema aparte, los gustos deportivos o artísticos de nuestros chamos, muchos padres y madres, quieren ser papás de un famoso deportista o artista, esto es muy normal y es una aspiración válida.
Pero no se puede presionar a temprana edad a un niño o niña, para que se comporte como un profesional del deporte o del arte, por muy virtuoso que sea en cualquier disciplina, no deja de ser niño y eso es lo bonito de esta etapa de nuestras vidas.
Para cerrar y honrar a los consentidos de la casa, solo pido respetar sus gustos, sus opiniones, dejarlos ser, creo que es la forma de entender mejor lo que significa la libertad, un niño libre de pensamiento, es una promesa intacta que invita a la esperanza de un mejor vivir.
¡Vivan los niños!
Por: Pedro José Álvarez Chirinos.-
Foto: Cortesía
http://www.diarioelinformante.com.ve/2022/07/ninos-mas-que-un-dia.html
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