Cien años es un siglo, tiempo largo, la vida se mide en centurias, así lo hemos hecho históricamente cuando cuantificamos el tiempo, ese que no se detiene.
Pocas empresas llegan a la centuria y contadas instituciones, corren la misma suerte. Carora, con su acostumbrado tesón por mantener sus valores y tradiciones, siempre ha buscado alternativas para motivar la unión de las amistades, entiende bien, que los amigos son la familia que escogemos. Aquí en esta tierra árida y calurosa, solemos tener "hermanos del alma", sí, esos amigos que están diseñados perfectamente para entender nuestros errores y celebrar los aciertos como propios.
Quien escribe, no entiende la vida sin amigos, soy gregario y agradezco a Dios los amigos de la vida, esos compañeros y compañeras, que a pesar de no vernos frecuentemente, sé que siempre están ahí. Al verlos, son abrazos distintos, los tragos saben diferente, las risas son interminables y las lágrimas suelen vaciar el alma.
Así defino el sentimiento de la amistad en Carora. Insisto, en la importancia de la amistad y la familia, porque en estos días, esa casa grande llamada Club Torres, arriba a 124 años de existencia.
Es mucho el tiempo y muchos los avatares que ha tenido que solventar pero está ahí, como símbolo de unidad, como norte de quienes la fundaron.
Es el Club Torres, ese sitio bonito de la ciudad donde se llevan a cabo un sin fin de actividades, es el lugar donde nos sentimos cómo en casa de la abuela, es la casa de todos, quienes nos apegamos a unas normas, porque así lo queremos y hacemos lo que la mayoría decida.
Esta historia del club tiene un gran sentido de "caroreñicidad", esa palabra acuñada por el Padre Beto que habla de ese sentimiento de pertenencia que poseemos los caroreños, es esa terquedad ante la adversidad, que nos preocupamos por avanzar a pesar de que las condiciones no son favorables. Pero también, en este empeño de salir adelante, es que estamos haciendo país.
En tertulias del club, se han originado muchas instituciones para el bienestar de Carora, nos las nombrare por temor a olvidar alguna, pero cito a Cantón Carora, ese grupo de caroreños interesados en rescatar lo bueno de nuestra ciudad y trazar líneas conductuales que nos permitan crear conciencia para enrumbarnos hacia el progreso, necesitamos dar el paso de pueblo a ciudad de la mejor manera, a nuestra forma y de acuerdo a nuestra idiosincrasia.
Carora debe deslastrarse de complejos y comenzar a ver el horizonte de manera distinta, todos debemos sumar, cada quien desde su sitio. Debe imperar en nosotros el bien común, por encima del bien personal.
Entender que por muy diferente que sea el color de nuestro pensamiento, es un color más en la paleta de colores, ni mejor, ni peor, solo otro color.
Aquí cabemos todos y hoy celebramos 124 años de una institución creada para un fin y sigue vigente. Hagamos lo propio con nuestros sueños, fundemos cosas buenas, vamos a atrevernos a hacer, es la mejor manera de invertir el tiempo, ese que no se detiene, pero juzga las ganas de hacer.
Venezuela necesita más clubes para seguir haciendo familia y fomentando valores, sitios donde la gente se reuna y entre todos planear empresas, actividades y disfrutar la vida, disfrutar es parte de la vida también.
Muchas cosas están pendientes por hacer en este terruño, el país sigue adelante sin importar quien esté en Miraflores, ya sabemos de sobra que los políticos son políticos, por no decir otra cosa.
Somos nosotros y nadie más, quienes construiremos el futuro de este país, el Club Torres, es ejemplo a seguir, ahí está, ahí sigue y Dios mediante, seguirá, por los siglos de los siglos.
¡Amén!
Por: Pedro José Álvarez Chirinos
Fotografía: Dumas Coronado
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