Educadora y pianista.
Especializada en Dificultades de Aprendizaje. Egresada de la primera promoción
de la Universidad Nacional Abierta y exdirectora del
Conservatorio de Música Vicente Emilio Sojo de Barquisimeto, en el que fue
docente durante 28 años. Ella es Yuyita de Chissone, una mujer locuaz que
demuestra lucidez en su arenga y amabilidad en el trato.
Llegamos a su apartamento con la misión de allanar su memoria en busca de los recuerdos que le atañen producto de su amistad con Carlos Andrés Pérez (CAP), a propósito del centenario de su nacimiento que se recuerda este 27 de octubre.Asegura con evidente convicción que, en la medida en que transcurre el tiempo,la figura política de CAP se ha ido reivindicando y engrandeciendo cuando mayor es la distancia.
Admira con pasión su defensa a ultranza de la democracia -primero con su vida durante el 4-F de 1992, y luego con humilde sumisión a las instituciones que lo defenestraron al año siguiente-,“lo que cada vez contrasta más con la miseria de espíritu y la mezquindad de quienes mantienen secuestrado el poder en Venezuela”. Y agrega lapidariamente: “Por ninguna razón merecía ese destino, incluyendo el procesamiento que lo sacó de su segunda presidencia de la República. Cuando se sosieguen las cosas y se vea la perspectiva histórica con cierta objetividad, esto quedará claro”.
Lo anterior corresponde a la conversación informal que sostuvimos desde el lobby del edificio hasta el apartamento en medio de preguntas relacionadas con Carora y mientras decidíamos qué lugar era el más idóneo para sentarnos a conversar.
Comienza por recordar con afán el impulsodel programa de Hogares de Cuidado Diario que organizó guarderías en zonas populares, administradas por madres cuidadoras de cada comunidad a las que el Gobierno proveía de remuneración, además de los recursos y alimentos necesarios para atender a los niños que cuidaban. “Todo aquello lo heredó Blanca Rodríguez de Pérez (la Primera Dama) en 1974 cuando asume la presidencia de la Fundación del Niño, de Carmen América Fernández de Leoni (Doña Menca)”.
Rememora Chissone que en campaña se encontraba en el barrio La Silsa en Caracas y por casualidad ingresa a una casa en la que estaba una señora con muchos niños a su alrededor, cosa que le llamó la atención poderosamente a Doña Blanca, lo que la llevó a preguntar si esos niños eran hijos suyos. A lo que la señora le explicó que solo de ella eran tres, porque el resto los cuidaba mientras sus madres acudían al trabajo.
Aquello fue motivo para que la Primera Dama propusiera al directorio de la fundación la posibilidad de crear hogares de cuidado, previa dotación de implementos necesarios y la capacitación de las madres que además debían ser beneficiarias de una remuneración adecuada. “Se creó un hogar por barrio. Empezaron con 1200 y al final de su entrega como presidenta de la Fundación del Niño en el país habían 142 mil. Esa fue una gran obra social en el primer gobierno de Carlos Andrés, impulsado por su esposa”. Aunado recuerda el Vaso de Leche Escolar y, por supuesto, las Becas Gran Mariscal de Ayacucho. “Pero hubo otro programa muy recordado que es el Ropero Escolar. Se confeccionaban los uniformes y se les proporcionaba hasta los zapatos a los niños. En Lara la primera presidenta del Ropero Escolar fue Doña Catalina de Romero”, recordó.
También rememoró el programa del Banco de Sillas de Ruedas (BANDESIR), fundado por Doña Lula de Parra León. “Un programa que dota de sillas de ruedas, bastones, andaderas, muletas a los discapacitados en calidad de comodato, programa que presido en el estado Lara desde 1984. Debo acotar que este programa en Lara nació en la casa de una familia caroreña, la del Dr. Andrés Riera Zubillaga”. Como aliados del programa en Carora, recuerda con agrado a María Eugenia Pernalete de Oropeza, Luz Lozada Suárez, Ada de Pérez y Monseñor Eduardo Herrera Riera, “que bendecía cada actividad que lleváramos a cabo”, acota con entusiasmo. “Imposible olvidar el lanzamiento de El Sistema (de orquestas infantiles) que nació en Carora, por cierto, con excelentes profesores chilenos que venían de huirle a la dictadura de su país”, agrega de inmediato.
Hay que señalar que su relación
con CAP tiene dos vertientes: de amistad durante muchos años y, como podemos
ver, laboral; puesto que fue además Directora de Cultura durante su primer mandato.
¿Cómo contextualiza, a estas alturas de su vida, esa analogía?
Como jefe laboral tenía un punto de mucha exigencia, porque cuando aún no había despuntado el alba ya estaba al teléfono llamando solicitando razones de cómo estaban las cosas, en qué nivel estaban los planes y proyectos, qué razón le podían dar de tal cosa. Es decir, era un hombre fiel a su eslogan “democracia con energía”. Y como amigo, el mejor: Carlos Andrés tenía un gran sentido de la amistad. Respetaba a sus amigos.
¿Qué valores democráticos de CAP
la han marcado para siempre?
Los valores que aprendí con él cada vez los valorizo más, porque estoy convencida de que cuando ya vino el “segundo” CAP y sucedió la desgracia de su defenestración, fue la mayor demostración de demócrata que puede haber dado cualquier persona en la historia política de Venezuela, sometiéndose al imperio de la ley. Si él hubiese querido acude al apoyo militar del que gozaba, y muy bien hubiera culminado su período. Pero no era la idea, porque el Estado de Derecho establecía la separación de poderes.
¿Cree que quienes intentaron
desprestigiarlo fracasaron?
Yo creo que sí. Así lo vemos en la medida en que se ha ido sedimentando la comparación de los logros de la democracia de ese momento en materia educativa, deportiva, cultural, ambiental, laboral, tecnológica, etc. para echar adelante un país en vías de desarrollo, con el atraso en que está sumida Venezuela hoy. En realidad, no hay comparación. Fuimos en la región latinoamericana el país mejor posicionado y hoy el de mayor atraso.
¿Cómo asumió CAP en lo personal
aquel capítulo lamentable de su vida política?
Su expresión, que aún el mundo la recuerda, “hubiese preferido otra muerte”, lo dice todo. Allí está concatenada toda su gallardía, su valentía y toda su entereza. Carlos Andrés era un hombre íntegro en todos los aspectos. Cuando lo visité en El Junquito, me sorprendió lo impecable de su aspecto: de flux y corbata. Aquello para mí fue un mensaje, porque entendí que era el ejemplo de la imagen de lo que debe ser un Jefe de Estado.
¿CAP solicitó a su partido protección o defensa?
No. Eso no se pide, no se solicita. Eso es el deber de un partido cuando está en evidencia la injusticia. Pasó lo que pasó y hoy satisfechos estamos que una vez fallecido se logró traer sus restos y llevarlos a la casa de Acción Democrática,en donde los recibió toda la base del partido. Los militantes de AD lo siguen sintiendo como su compañero de siempre y esa admiración y ese respeto se gana en buena lid.
¿No fue un hombre que guardaba rencor en su corazón?
No sé si es la condición de los gochos, pero CAP nunca dio muestras de rencor ni soberbia. Al contrario, fue un hombre muy sencillo que en su lecho de enfermo recibía a la gente de AD y de todos los partidos.
¿En qué lugar de la historia coloca Yuyitade Chissone a CAP?
¡Caramba…! en la época moderna, después de Rómulo Betancourt, que fue un estadista fuera de serie y ya eso lo sabemos, a quien le debemos cosas muy profundas de la democracia venezolana del siglo XX. Después de él, no hay nadie que se equipare como gobernante, como político y como ejecutor de un gobierno realmente del pueblo, a Carlos Andrés Pérez.
Prensa: CAP
100-Carora.-
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