Ante las inclemencias del clima estos últimos meses, muchas son las calamidades que están pasando quienes viven en las inmediaciones de ríos o quebradas. Las necesidades saltan a la vista de todos y lamentablemente solo recordamos desastres pasados de la misma índole.
Así, recordamos las víctimas de El Limón en el estado Aragua y el famoso deslave de Vargas, en diciembre de 1999.
Pero no vemos ni escuchamos a nadie diciendo qué hacer para evitar estos "acontecimientos", los mismos son predecibles y en gran medida hasta evitables.
Claro estamos que hacen falta recursos para poder hacer las labores de limpieza y mantenimientos de drenajes pero, más importante es crear conciencia en el ciudadano de no arrojar basura en las orillas de carreteras, ni en riberas de ríos y quebradas.
No hay derecho a que las carreteras hacia nuestras distintas parroquias, funjan de vertederos de basura. Es muestra de nuestra educación, si no entendemos esto, pocas cosas seremos capaces de entender.
Queremos que las cosas se hagan solas, pero la revisión debe ser profunda, inclusive, ir más allá. Pensar en disminuir la generación de desechos, usar bolsas distintas a las de plástico, que no sea necesario botarlas. Recordemos que todo suma.
Ya no es por falta de educación, es por egoísmo de creer que este ambiente es de nosotros, recordemos que lo tenemos prestado, no nos pertenece, debemos cuidarlo para el aprovechamiento de los que vienen detrás. Esta forma de vivir sin pensar en el daño que le hacemos a las generaciones futuras habla muy mal de nosotros.
Así pasa con muchos temas, por ejemplo, casi nadie respeta las leyes de tránsito creyendo que hacer lo que nos venga en gana solo porque es nuestra decisión no afecte a alguien más, pero en realidad crea un caos y ese caos no favorece a nadie, ni siquiera al que infringe la norma. De hecho, retrasa todo.
Debemos entender que esperar el tiempo prudente del semáforo es andar más rápido y de mejor manera, debemos entender que una carrera universitaria dura un tiempo, que no es a la carrera, todo lleva su tiempo.
Queremos ejercer una carrera o un oficio, siguiendo instrucciones de Google, pero esto no es así. La práctica necesita un marco teórico, el cual debe conocerse a fondo.
También debemos entender antes de ponernos viejos que el éxito es ir obteniendo a tiempo, lo que nos merecemos, eso de andar tan de prisa pocas cosas buenas trae, jamás la prisa ha sido buena consejera, de hecho, muchos dicen que la prisa es plebeya.
Ahora todo parece venir en combo, pague 2 y lleve 3, los paquetes de viajes, por ejemplo te hacen conocer varias ciudades en pocos días, para muchos esto no es atractivo y hasta resulta ajetreo, cosa que nadie busca en vacaciones. Pero, así andamos, queriendo todo rápido y en realidad no sabemos para que y porqué. Pues eso, algunos lo llaman estrés, ese afán , esa ansiedad que no cede ante nada, pero nos negamos a entender lo que la genera.
La generamos nosotros mismos, solo le damos importancia a lo que no hemos conseguido, no agradecemos lo que tenemos y muchas veces ni lo disfrutamos. Debemos tener un visión más sencilla de la vida, a final, pocas cosas son las realmente importantes.
El llamado es a la calma, a unos nos cuesta más que a otros, pero mejor calmarse y continuar poco a poco, que parar la carrera por no respetar las pausas propias del paso del tiempo.
Entender a cabalidad que es mejor prevenir que lamentar, que no todo lo que tenemos nos pertenece, que pensar en un buen futuro depende, de cómo tratemos el presente. Si entendemos que ser ciudadano nos da deberes y derechos, colaboraremos en gran medida a la construcción de un mundo mejor.
Es necesario que hagamos esto posible en todos los ámbitos, nuestros hijos y quienes vienen detrás, merecen un ambiente mejor desde todo punto de vista.
Hemos avanzado mucho en tecnología, pero en eso de vivir, parecemos ir retrocediendo.
Siempre habrá tiempo de rectificar, hagámoslo.
Por: Pedro José Álvarez Chirinos.-
http://www.diarioelinformante.com.ve/2022/11/hagamoslo.html
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