El amor a un niño sale desde el alma, son los seres que más ternura generan de hecho, son la expresión más pura de la especie humana. Esa inocencia no es comparable con nada, esa etapa de nuestra vida suele ser protegida por propios y extraños, todos queremos ver a los niños felices y contentos porque eso nos inspiran.
Cuesta creer el sin número de aberraciones a las cuales son sometidos por seres detestables, monstruos por decir lo menos. Últimamente se ha desatado una serie de casos abobinables en todo el mundo, donde las víctimas son los más pequeños.
¿Qué debemos hacer nosotros como integrantes de la sociedad para parar estos hechos?
Podríamos decir que criar de mejor manera a nuestros hijos, pero eso no basta.
Mientras uno más vive, ve con tristeza los grandes abusos que ocurren en nuestra tierra. No vayamos tan lejos, para ver los traumas que viven millones de niños, víctimas de guerras y de migraciones forzadas.
Son muchos los crímenes de niños causados por excesos de todo tipo, la frustración ataca al individuo que no posee nada y ve que el mundo se le viene encima, este termina pagando su calamidad con su hijo o hija.
Por otro lado, hay un sin número de personas con múltiples problemas de salud mental que descargan sus carencias y sus aberraciones frente a los niños. Estos personajes detestables per sé, también son producto de esta sociedad sin rumbo.
Es momento de parar y hacer una revisión exhaustiva de la sociedad, la pérdida de valores se dio y es cierto esto que estamos viviendo, es fiel reflejo de ello, pero qué medidas vamos a tomar para evitar que siga sucediendo está debacle. Hablamos mucho de la superación del hombre y de sus avances. A veces, me pregunto si en verdad hemos avanzado como seres humanos, como hermanos, si nos preocupamos de verdad con compromiso por el que no tiene nada.
Estas interrogantes nos deben dar algunas respuestas para ser mejores personas, el mundo de donde vienen los responsables de todos estos hechos horrendos, es el mismo de nosotros, así que nos toca entre todos mejorarlo.
Siento que en la crianza permisiva actual cometemos muchos errores que pueden derivar en adultos con muchos problemas o carencias, para no herir susceptibilidades.
No podemos darle todo lo que pide el niño porque cuando no se pueda complacer, entenderá que no lo quieres. Debemos dosificar todo, hasta el amor, para no sobre proteger y por ende, mal criar al niño.
Los niños actuales son muy despiertos, nacen acostumbrados al mundo, por así decirlo, por lo tanto entienden perfectamente el no, pero como todos los humanos, no les gusta el no y no es que tenga que gustarle, pero debe aceptarlo.
Así está el mundo, no podemos decirle que si a todo lo que nos propone la actualidad, no y punto.
La vida, no puede ser a pedir de boca porque la cotidianidad no lo permite, usted no puede complacerse y darse gustos diariamente porque después no podrá parar de disfrutar y cuando lo haga será por obligación. Le recuerdo que lo obligado por lo general, no suele ser tan bueno.
Para enfatizar en el tema debemos oír a nuestros niños, estar pendientes de ellos y creerles lo que dicen. Cuidarles y ser bastante celosos con su entorno. Saber quiénes son sus amigos y averiguar la familia donde los podríamos dejar al cuido en alguna oportunidad.
Debemos ser repetitivos en decirles que no deben aceptar cosas de desconocidos, hablarles claro y darles confianza para que te cuenten todo, en la medida en que la confianza del niño aumente con el entorno familiar, en esa misma proporción tendrá acceso a más información que le permitirá defenderse de mejor manera del mundo hostil que se ha convertido la calle.
Recordemos también cuando andemos en la calle, observar cualquier atropello. No se debe permitir ningún abuso a un niño de nadie, absolutamente.
Y para terminar, seamos responsables cuando traemos un niño al mundo. Ese sería un gran aporte a la sociedad, ser padre y madre responsable, se dice fácil pero que falta hace que esto que parece tan simple, se cumpla.
Como siempre, si hacemos las pequeñas cosas, andariamos mejor, pero como nos cuesta hacer las cosas como son.
Por: Pedro José Álvarez Chirinos.-
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