Leyendo en redes sociales, llamó mi atención un escrito donde se hacía referencia al trato que reciben nuestros coterraneos en el mundo, actualmente.
De manera elegante y concisa, el responsable de ese escrito anónimo, por eso no pongo el crédito al autor; decía en dicho texto que muchos países acusaban al venezolano de sus males, por ejemplo, que tal o cual país, se volvió más violento desde nuestra llegada, nos achacan el aumento de la prostitución y así, nos cargan de varias culpas.
Pero, al revisar las estadísticas, todas estas culpas no coinciden con la realidad.
Al contrario, los venezolanos somos de los migrantes con mayor preparación en distintos ámbitos pero eso no lo divulgan, así es la vida. De lo malo, hacemos todos, un escándalo, pero no ven lo bueno que somos y hacemos, y vaya, que tenemos cosas buenas los venezolanos, comenzando por esa forma alegre con la cual enfrentamos la vida, ese ímpetu de ser optimista ante la adversidad y si lo duda, ¿qué me dice de esa gente que aun emprende dentro y fuera de nuestro país, a pesar de la dura realidad enfrentada?
Olvidamos a nuestro mayor orgullo, nuestras bellas mujeres venezolanas, sin duda es el mayor estandarte que podemos lucir, como nuestra joya de la Corona. Además de su belleza, son el pilar fundamental de nuestra sociedad, a ellas en gran parte se debe esa forma tan especial que caracteriza nuestro gentilicio.
Días atrás, tuve la oportunidad de disfrutar del concierto de C4 Trío en el Teatro Juáres de Barquisimeto y quedé gratamente sorprendido, ejecutan el cuatro de una forma magistral, pero mejor aun sus comentarios, sencillos, pero con trascendencia.
Jorge Glem, unos de sus integrantes, oriundo de Cumaná, ahora habitante de la Gran Manzana, indicaba como desde Nueva York ha ido introduciendo al cuatro en la música internacional. Este logro lo avala en la versatilidad de dicho instrumento, incorporando su sonido a corrientes musicales de vanguardia en la nueva música integral.
Llama poderosamente la atención, escuchar jazz, saliendo de un cuatro venezolano y el lo hace de manera especial.
En su narración de los hechos, decía Glem, que no podemos decir que el cuatro solo sirve para los usos dados en el país y en nuestro floklore, pero hay que atreverse y ver qué sale.
Esta forma de atreverse, es esa fuerza y ese empuje que tienen muchos venezolanos, dentro y allende de nuestras fronteras.
Ahora, ¿cómo hacer esto más visible? Fácil, dándole la importancia que amerita, apoyando la cultura y el deporte en nuestros chamos. No solo de boca, apoyar con lo que esté a nuestro alcance y queriendo lo nuestro.
Darle el valor, que merecen nuestros tesoros, que no son diamantes, ni petróleo, son nuestros hermanos, debemos sentirnos orgullosos y ayudarlos donde estén, entender el peso y darle prestigio a lo autóctono. Hacer ver lo bueno que tenemos y sentirnos orgullosos de ello.
Pocos venezolanos, saben del verdadero valor del chocolate y el ron venezolano, por decir algo. Muchos prefieren marcas reconocidas de ambos manjares y desprecian las nacionales, ignorando que fuera de nuestro país, se mueren por probar estos.
Quizás, como tuvimos facilidad para probar de todo en la Venezuela saudita de otrora, no le dimos el valor auténtico a nuestras cosas. Ojalá no sea tarde para dárselo, lo bueno nunca llega a destiempo.
Necesario es rescatar nuestros valores, son esos principios los que nos sirven de base, para enseñar con el ejemplo de nuestros antepasados. Son muchas las cosas, que dejamos de hacer.
Para combatir esta falta de valores, debemos crear campañas con las nuevas tecnologías, emulando los consejos o las propuestas hechas por venezolanos prohombres, cómo Reny Ottolina, Uslar Pietri y muchos más.
Cosas simples, como aquella campaña de Marta Rodríguez Miranda, del "Buen Ciudadano". Mirar atrás y mejorar lo que funcionó parece ser una buena respuesta a tanta basura. Se ve simple y sencillo, quizás por eso no lo hacen.
A veces, lo simple y sencillo es lo que más cuesta hacer. Pero intentarlo sería una buena opción y más temprano que tarde lo normal se pondrá de moda de nuevo.
Quizás esa sea la salida, o ese reacomodo que tanto necesitamos.
Cuando esto suceda, muchos volverán y los esperaremos con los brazos abiertos, porque Venezuela tiene un poco de todos.
Desde nuestro gentilicio, recibiremos a todos, incluso a quienes hoy nos culpan de sus males.
Seguro estoy que así como en otrora, volveremos a ser destino anhelado por muchos.
¡Amén!
Por: Pedro José Álvarez Chirinos.-
http://www.diarioelinformante.com.ve/2023/06/venezolanidad.html
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