Que no nos sorprendan ni amilanen las argucias de un dictador en desgracia, sin pueblo ni convocatoria, despreciado dentro y fuera y acorralado por la monstruosa evidencia de sus latrocinios y crímenes de lesa humanidad.
Buscan implosionar las primarias por sí mismos o a través de interpuestas personas, porque el resultado que la calle grita en forma clamorosa no les gusta, no complace sus mezquinos intereses.
Pero no han podido, y está escrito que no podrán. Ya el consenso popular está dado. Por tanto, una razón que está muy por encima de todos nosotros, nos obliga a seguir adelante, con fe, tesón y buena dosis de sacrificio, pasando por encima de las más dolorosas dificultades, hasta vencer las tinieblas que en forma de incertidumbre pugnan por mantener sumidos en la desesperanza a los venezolanos.
Nuestra causa es la libertad y es nada menos que el futuro de las venideras generaciones. ¿Puede haber compromiso más delicado y sublime? Eso nos conmina, sin remisión posible, a colocarnos a la altura definitiva de ese inmenso y hermoso compromiso que hemos asumido con la sociedad venezolana, tan anhelosa de volver a confiar en figuras que no la defrauden, que no la vuelvan a hundir en una trágica cadena de frustraciones, en un recurrente inmovilismo que, tras veinte años de incansable batallar, María Corina Machado, a pulso de constancia, coraje y autenticidad, ha logrado disipar. Hoy hemos vuelto a creer que salir de esta pesadilla es posible y que nuestras manos y mentes son capaces de llevar esa obra a feliz término.
Que el Señor nos ilumine y, en tanto, pongamos de nuestra parte, con toda la fuerza de nuestros corazones elevados con fruición hacia los cielos. Dios se compadece de la desgracia que padecemos, pero es deber nuestro hacernos merecedores del milagro ansiado.
Amén.
JAO.-
Jose Angel Ocanto
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