Las verduras están casi inalcanzables para el bolsillo de una familia que apenas dependa de un salario mínimo.(Foto/Tulia Buriticá)
Transcurridos escasos 20 días de haberse hecho efectivo el nuevo aumento del salario mínimo, la inflación le ha ganado la carrera, y para muestra no hace falta sacar el resultado global de la canasta familiar, pues con uno o dos rubros es suficiente.
Con rubros que se cobran en pesos, dólares o en efectivo, y que duplican su precio si se hace necesario pagar por banca electrónica, el genio y el ingenio del tachirense son claves para hacer rendir el presupuesto y brindarle un poco de nutrición y sabor a su hogar. Si es preciso caminar un poco más para dar con el precio justo; y no justo por obra y gracia de un reciprocidad económica, sino por la talla de la billetera.
Productos como la cebolla junca rondan los dos mil bolívares con un margen, dependiendo del punto de venta puede, que en su extremo inferior a duras penas toca los mil quinientos bolívares y que en el extremo superior se puede duplicar, si el pago se hace a través de tarjeta. Por otros tipos de cebolla, como la blanca, si es “de la grande” pueden estar costando por kilo 5 mil bolívares, pero si es de la que a duras penas pudo crecer, el precio baja. La cebolla roja tan apetecida por muchos consumidores, pasó a ser una especie que rara vez se ve en los mercados.
De una economía en que pagar en divisas o moneda era pensado solo para negocios inmobiliarios o de propiedades de gran costo, ya se está haciendo habitual entre el común del pueblo. Sin embargo, no todo el ciudadano común, tiene una fuente que le garantice esas divisas, o un familiar que le mande una remesa del exterior. Pero aún con los pesos o dólares “en la mano” el dilema no se acaba, ya sea por la desventajosa tasa de cambio, ya sea porque desprenderse de ellos para gastos elementales no se hace tan fácil.
La zanahoria también va en alza con el kilo a cuatro mil, y por el mismo camino va la papa, aunque como en el caso de muchos productos, dependen de la calidad y la cantidad que se vaya a llevar.
En fin si a eso agregamos acelgas, calabacines, brócolis, repollos, ahuyamas, apios, etc, se puede decir que en solo verduras, el mercado semanal para una familia promedio no pase de los 30 mil bolívares, y eso regateando y buscando aquí y allá, osea 120 mil semanales, frente a un salario integral –no mínimo- de 65 mil, la mitad del presupuesto en verduras que no incluye frutas y todo lo demás.
No obstante, los compradores no se eximen de comprar la verdura, y así sea prescindiendo de comprar otras cosas, se hace el sacrificio; un sacrificio muy alto, por cierto.
Si bien las ventas de verduras han proliferado en el Táchira en parte porque es la manera más inmediata que obtener efectivo y “sobrevivir”; esa competencia no ha incidido en presionar hacia abajo los precios, ya que según los vendedores el margen de ganancia es muy poco. Algunos han tenido que hacer una millonaria inversión de conseguirse un “punto electrónico”, con tal de no perder la clientela, no obstante lo más atractivo sea el dinero constante y sonante.
En la calle el pregón publicitario anuncia la yuca a mil quinientos por kilo, y el aguacate por unidad en hasta dos mil por unidad; pero el rey de la temporada, y casi la única fruta de la que muchos se pueden dar el lujo, es el mango hasta en mil por kilos, y si los compradores llevan más el ahorro también aumenta.
Por supuesto, se habla de la inflación como el factor de mayor empuje del costo de las verduras, aunque muchos dicen que los calores de estos días -apenas aplacados por una época lluviosa, que tímidamente despega-, las dificultades para transportar la mercancía por la escasez de combustible, y en menor medida, los problemas de conservación de la existencia por los apagones eléctricos, también ha contribuido al encarecimiento.
Muchos compradores han optado, como lo han hecho con muchas otras adquisiciones, ir a hacer sus mercados de verduras a Cúcuta, asegurando que sale mucho más módico, una economía muy relativa, si tenemos en cuenta las álgidas fluctuaciones del valor peso-bolívar; y no son pocos los que por este motivo emprenden el viaje a la frontera y hasta se arriesgan a pasar por trochas hasta llegar a La Parada, donde la variedad de oferta es visible, o en la misma Cúcuta, o incluso más allá, todo con tal y conseguir lo más barato. Hay quienes se atreven a afirmar –especialmente en el caso de la papa- que si no dan con un precio más bajo, al menos se hacen de un artículo de mayor calidad.
Freddy Omar Durán.-
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