Un inicio de año fulgurante y de repente el parón para un Zinedine Zidane que llega al Clásico liguero entre el Barcelona y el Real Madrid dispuesto a comprobar si mantiene su aura, mientras el Bernabéu examinará si los progresos de Quique Setién dan para alzar el título.
Líder liguero con dos puntos de ventaja sobre el Real Madrid, el técnico del Barsa afronta su estreno en un Clásico en mejor posición numérica que su homólogo merengue, pero con las dudas persistentes sobre su juego.
Setién llegó al banquillo azulgrana en enero con el buen juego por bandera: “El mejor camino es jugar bien”, decía en su presentación un ‘Cruyffista’ confeso, amante del toque que tanto gusta al aficionado culé.
Desde entonces, los resultados ha acompañado, pero el juego sigue generando dudas, especialmente cuando el equipo se pierde en un enorme rondo sin profundidad como fue el caso del 1-1 contra el Nápoles el martes en Liga de Campeones, en que los azulgranas no dispararon ni una sola vez a puerta en la primera parte.
Setién confiante
“Vamos creciendo poco a poco”, afirmaba la semana pasada un Setién, cuyo equipo sigue dependiendo mucho de las genialidades de Messi, máximo goleador de la Liga con 18 goles.
Una nueva victoria, ahora con el eterno rival azulgrana de los merengues, no sólo le permitiría escaparse en Liga y borrar dudas, sino que podría despojar a Zidane de su aura de intocable y rubricar una semana negra para los blancos.
El técnico francés y su equipo sufrieron un duro golpe el miércoles al perder en cinco minutos el partido que iban ganando contra el Manchester City en la ida de octavos de final de la Copa de Campeones (2-1 en el Bernabéu).
En apenas una semana, una derrota contra el Levante (1-0) le despojó del liderato liguero y el tropezón ante el City pone muy cuesta arriba el pase a cuartos.
“Durante 3 o 4 meses, lo hicimos muy bien, con muy buenos resultados, ahora la verdad que son resultados complicados para nosotros”, dijo Zidane.
AFP.-
LD
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