En días pasados, el Papa Francisco decía que la sociedad actual, en gran número, prefiere tener mascotas que hijos. Este comentario del jerarca de la Iglesia Católica, género un gran revuelo e inmediatamente los defensores de los animales salieron a la palestra y se defendieron ante tal aseveración.
Estamos de acuerdo en todas las leyes y acciones para un mejor trato de los animales. Paradójicamente, nadie salió a defender lo que en realidad quiso dejar ver el Pontífice, nadie salió a defender la vida.
La generación que más opinó sobre el tema, es la llamada generación de cristal, esa que todo le hiere o le incómoda, la que defiende y rasga sus vestiduras por los derechos de las mascotas y no quiere enfrentar un trasnocho por un bebé en su cama. Esa que se siente sin argumentos para soportar la adolescencia de un vástago en su hogar, esa que no quiere responsabilidades, solo vivir lo que creen que es la parte buena y sabrosa de la vida.
Es necesario defender y motivar la procreación, sobre todo en Europa, dónde la sociedad envejece a tal nivel que preocupa profundamente a los pensadores.
En el ámbito religioso y cultural, de seguir esta tendencia, Europa podría llegar a ser casi en su totalidad, territorio Musulmán, ellos por sus costumbres cada día nacen más. Mientras, los cómodos católicos tenemos más comida para mascotas en nuestras despensas.
El mundo cada día se vuelve más vacío y a mí entender, sienten que no quieren un hijo porque les falta ese amor que la voragine del mundo actual le ha robado al hombre. Si, es cierto que el trabajo importa y es la base del progreso,sin embargo, a muchos les falta tiempo para formar familia y es aquí dónde entendemos la pérdida de valores.
Estamos olvidando crear la familia para ir detrás del éxito económico o personal. Es aquí donde un teléfono suplanta el escuchar a mamá o a papá, donde un juego electrónico impide que los padres o abuelos enseñen ortografía, por decir lo menos.
Si un niño al día pasa 6 u 8 horas viendo vídeos, cree que la vida es una continuidad de lo que ve en pantalla, no ve más nada, ese es su mundo pero no es culpa de él o ella, es culpa de la comodidad de nosotros como padres. Al final, tenemos hijos, pero no los tratamos como continuidad de nosotros, los distraemos para no formarlos.
En otro orden de ideas, pero con mucha vinculación con el tema de valores, es tendencia los derechos de las minorías, las cuales deben ser respetadas y valoradas por su existencia en nuestra sociedad pero se exagera un tanto cuando queremos exacerbar los derechos de estás minorías, versus los derechos del actuar normal de las mayorías en el mundo.
Todos los géneros existentes son hijos de Dios, pero no veo la misma intensidad en las redes sociales, defendiendo la procreación normal, cómo lo exige el Papá en esta ocasión. Sin embargo, fuertes movimientos defienden el derecho al aborto. Pareciera no importar la vida.
Estamos creyendo que el mundo solo es nuestro, estamos olvidando el futuro. Los hijos son los protagonistas del futuro. Con este actuar también olvidamos a nuestros ancestros, estamos aquí porque ellos lo hicieron posible. ¿Qué nos creemos nosotros, para no traerlos al mundo? Este mundo también es de ellos.
Por: Pedro José Álvarez Chirinos.-
http://www.diarioelinformante.com.ve/2022/01/generacion-de-cristal.html
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