Hoy, 25 de julio, se cumplen 74
años del fallecimiento de Cecilio Zubillaga Perera, la representación perfecta
de lo afirmativo venezolano, ocurrida en 1948.
Mejor conocido como don Chío Zubillaga, este humanista no publicó en vida ningún libro; su obra por lo tanto está dispersa en la prensa, y particularmente en el Archivo Zubillaga, bajo la custodia del ingeniero Cruz Mario Zubillaga.
Durante los años treinta y cuarenta del siglo XX combatió frontalmente el latifundio, con el objeto de mejorar las condiciones de vida de los habitantes del campo torrense. Planteó con crudeza cómo las tierras fértiles de su natal Carora fueron estranguladas por el alambre de púas para ser convertidas en extensos potreros. Chío Zubillaga sintetizó en este párrafo lo fundamental de su propósito:
"Cualesquiera ideas que yo tenga en política, filosofía, arte, moral, economía o religión, están y estuvieron siempre subordinadas a la idea central de mi vida ya en el ocaso, que es y ha sido la de construir por venezolanos y antes que todo con material y guías venezolanos, una Venezuela amable, fuerte y digna para nosotros".
Tuvo escasa instrucción formal y fue fundamentalmente autodidacta, escribió numerosos artículos sobre historia y denuncia social en periódicos de Carora, Barquisimeto y Caracas. Además, fue miembro de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.
El historiador Guillermo Morón publicó una recopilación de artículos de prensa y otros escritos de Zubillaga con el título La Voz del Común, de los que puede deducirse su pensamiento, mientras que sobre su vida trataron los escritores Rafael Montes de Oca Martínez y Juan Páez Ávila, en obras tituladas Biografía de un Genio Popular y Chío Zubillaga, Caroreño Universal.
“Debo confesar que este hombre, a quien dediqué más de dos años de investigación y redacción de su biografía, no lo conocí. Apenas si pude leer algunas de sus últimas polémicas y artículos de combate social, en el pueblo donde nací, San Francisco, donde yo cursaba estudios primarios. Sin embargo, Chío Zubillaga siempre resonaba en los oídos y en la conciencia de todo revolucionario larense. Todos le mencionamos en nuestras arengas y en nuestros escritos —aún sin conocerlo a fondo— como un ejemplo de entereza revolucionaria, de dignidad ciudadana, de gran venezolano”, ha dicho el escritor Juan Páez Ávila.
La generación que le conoció y recibió su inexorable influencia, se ha limitado a reconocer sus méritos en pequeños círculos de amigos y familiares.
Redacción El Informante.-
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