Sobre una pantalla de seis por siete metros, Unsupervised, la producción digital basada en la Inteligencia Artificial (IA), es obra de un programa de computadora que es capaz de "aprender" la técnica de los grandes maestros representados en la inmensa colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, el archifamoso MoMA.
Así, desfilan ante la vista de un público embelesado, como narcotizado, frente al lienzo digital, unas 360.000 imágenes recogidas de las más de 180.000 obras que contiene el Museo.
En la actualidad hay asombro pero también temor, por la revolución que representan los inusitados avances de la Inteligencia Artificial.
El mundo, como lo conocemos, sufrirá un vuelco radical, que apenas ha empezado a mostrar sus inquietantes atisbos. Muchos oficios y profesiones desaparecerán. Otros tendrán que adaptarse. La ciencia médica, por ejemplo, acusará la influencia de la IA. La ingeniería. La música, la literatura, el cine, la expresión artística toda, la creación intelectual, el deporte, el ocio. Ante nuestros ojos, el tránsito de automóviles se vuelve autónomo. Es la vida la que habrá de asumir nuevos planos, nuevos rostros, nuevas formas y sentidos.
De ahora en adelante costará saber dónde comienza lo real y dónde lo virtual, en nuestras vidas y rutinas.
¿Cuánto de todo esto será para bien de la humanidad y cuánto para su aniquilación?
Lo cierto es que la IA hará posible lo impensado. Lo que siempre pareció ciencia ficción. Porque las máquinas han comenzado a aprender de la experiencia, se adaptan a nuevos aportes y realizan tareas como si si se tratara de seres humanos.
Lo que en una palabra está ocurriendo es que el hombre le está dejando la tarea de pensar a la máquina.
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